En el año 2003 dejé, por voluntad propia, un trabajo que me gustaba, en una empresa joven y dinámica, con ventajas muy interesantes como billetes de avión gratis, con compañeros excepcionales y un ambiente internacional de trabajo que me inspiraba día a día.
¿Qué me llevó a tomar esa decisión?
Empecé a hacerme preguntas. Un sentimiento profundo me decía que algo no cuadraba.
Tenía un hijo de tres años al que apenas veía. A las 7h30 lo dejaba en la guardería para recogerlo a las 18h.
A las 20h como muy tarde se iba a dormir. Es decir, estaba con él dos horas al día.
Me estaba perdiendo su infancia. Y él también se estaba privando de cosas muy importantes, por mucho que intentemos autoconvencernos de que en esos centros están en la gloria.
¿Era eso lo que llamaban conciliar maternidad y trabajo? Empezaba a sospechar que no.
Así que me fui de esa empresa y encontré otro trabajo más cerca de casa.
Estaba muy contenta con el hallazgo porque dejé de perder dos horas al día como mínimo en la carretera.
Y llegó el segundo hijo.
Mi situación había mejorado, pero seguía sintiendo que algo fallaba.
Más aún cuando el segundo retoño demostró una sensibilidad nueva a la que no estaba acostumbrada. Intuía que estaba tratando de enseñarme algo.
Esa intuición empezó a hacerse cada vez más clara.
Sabía que ese no era el camino: trabajar para otro, 8 horas al día, demasiados días al año a cambio de “un buen sueldo” que alguien había decidido por mí de antemano.
Pero entonces, ¿qué tenía que hacer?
La Vida me echó un buen cable en forma de despido y una indemnización = tiempo.
Tiempo para pensar, meditar y hacer por fin algo con sentido.
Había llegado el momento de tomar una decisión:
- O bien buscaba otro trabajo de «más de lo mismo»
- O me reinventarme profesionalmente
Si llevas ya tiempo por aquí o has leído mi libro, sabrás que me decanté por la segunda opción para después, aventurarme por la desconocida senda emprendedora.
En mi familia nadie había sido emprendedor hasta ese momento. Lo mismo ocurría entre mis amigos más cercanos.
A pesar de que prometía ser una gran aventura y un tremendo desafío (lo sigue y será siendo) yo lo veía claro. Me parecía la opción más adecuada para acercarme un poco más a la tan buscada libertad.
Y la razón era muy simple: por fin podría disponer de mi tiempo y trabajar en algo que me hiciera vibrar alto ayudando a otros a mejorar sus vidas.
¡Todo un planazo!
Se acabó el depender de terceros, pedir días de vacaciones, preguntar si te puedes ir media hora antes porque te han llamado del colegio,
Adiós a levantarte cada día a la misma hora a golpe de despertador, tener que usar tus escasos días de vacaciones cuando los niños están enfermos, vivir deseando que sea viernes, etc.
Por fin podía dedicar todo el día a algo que me hacía sentir realizada.
Pero te voy a ser muy sincera.
Ese bonito mundo ideal es un camino intrincado por muchos motivos, pero hoy te hablare de dos:
1/ El primero y más importante es que tienes que estar dispuesto a hacer frente a tu mayor enemigo: tú mismo.
Emprender es el mayor ejercicio de autoconocimiento que he realizado jamás.
Ahí estás tu, solo frente a ti mismo, con tus miedos, tus dudas y tus sombras. Pero también descubriendo cualidades que desconocías tener y alcanzando hitos que jamás imaginaste.
Dos caras de la misma moneda que te empujan a crecer.
2/ En segundo lugar, es evidente que todos soñamos con recuperar el control de nuestro tiempo y, sin embargo, su gestión es algo tan idílico como peligroso.
Estarás de acuerdo conmigo en lo fácil que es:
- perderse en la marea de tareas a realizar
- dedicarle a tu proyecto muchas más horas de las que te gustaría, aunque hayas escuchado por ahí cantos de sirena,
- estar tan enfocado en el negocio que hasta te olvidas de que tienes familia,
- procastinar lo importante por miedo (que no por pereza, no)
- ir dando tumbos y apagando fuegos en lugar de planificar y estructurar tu día para que sea lo más productivo posible
Y todo esto sin olvidarte de tu cuidado personal y de tu propia familia.
Es así como muchos emprendedores acaban siendo víctimas del tristemente conocido síndrome del burn out.
Recuerdo muy bien cómo, al empezar con el proyecto, tuvimos que meter muchas horas para ponerlo en marcha.
Era un mundo desconocido para nosotros y había mucho que aprender y aplicar.
Como norma nunca he trabajado con el ordenador más tarde de las 18h, pero en aquellos momentos era necesario.
Mi hijo menor estaba desconcertado de verme por la tarde metida en el despacho y de vez en cuando llamaba a la puerta y me preguntaba:
“Mami, ¿te queda mucho?”
Y yo me ponía de los nervios porque me quedaba infinito.
Esa fue la señal indiscutible de que conciliar y emprender también se me estaba haciendo cuesta arriba.
Y no solo conciliar con la vida familiar, sino conciliar con un estilo de vida cercano a la naturaleza, más sencillo y acorde con nuestra naturaleza humana, ambos valores indispensable para nosotros.
El tiempo ha pasado y poco a poco hemos ido encontrando nuestro ritmo ya que tanto Bert como yo estamos en el mismo barco, pero a veces todavía nos descubro haciendo malabarismos.
Lo que tengo muy claro es que, aunque mis hijos ya son mayorcitos y bastante independientes, no quiero pasar más tiempo del necesario detrás del ordenador, si no en la naturaleza y con mis seres queridos.
Y para lograrlo sigo pensando que la mejor manera es emprender, pero hacen falta herramientas y estrategias.
Cómo hacer para conciliar emprendimiento y vida familiares en serio
Las soluciones que ofrece el sistema social para llevar a cabo esta labor son ineficaces ya que no van más allá de aparcar a tus hijos en guarderías y colegios, o reducciones insuficientes de jornada.
Eso no son soluciones porque en el fondo de nuestro ser nos producen frustración y tristeza.
Sin embargo, existen personas, que no solo han logrado el perfecto equilibrio entre maternidad/paternidad, vida familiar y laboral, sino que ofrecen soluciones reales para que tú también lo consigas.
Ana Sastre es una de ellas y ha logrado lo que a muchos puede parecerle utópico
Alcanzar la realización personal como madre y como empresaria de éxito.
¿Y cómo narices lo ha hecho? te estarás preguntando.
Déjame que te diga que estás de suerte porque Ana ha creado una FORMACIÓN COMPLETAMENTE GRATUITA de una semana para enseñarnos como lograr tan anhelada meta.
De modo que:
- Tanto si ya eres emprendedor/a con hijos y no consigues equilibrar estas dos facetas
- Como si eres emprendedor/a y te planteas tener hijos
- O ya tienes hijos y te planteas emprender
Desde hace años Ana ha sido para mi un modelo a seguir, por su coherencia entre lo que dice, siente y hace.
Sus formaciones han ayudado a cientos de personas a alcanzar sus metas profesionales, pero esta formación única te dará valiosas herramientas para ser madre/padre empresaria/o sin morir en el intento.
Por ponerte algún ejemplo aprenderás:
- A conocer los números que tienes que manejar en tu negocio para que sea compatible con la conciliación.
- Cómo generar los mismos ingresos en menos tiempo.
- Cómo rentabilizar el tiempo que dedicas a tus servicios.
- Cómo poner en marcha un plan realista que te permita conciliar de verdad tu vida familiar y profesional.
No dejes este tema tan serio en manos de otros porque, al fin y al cabo, la conciliación es una realidad que nos corresponde poner en marcha a cada uno de nosotros.
Yo desde luego no me lo pierdo y ya estoy apuntada.
¡Que tengas un gran día!
Un abrazo,
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Querida Kiki!
Lo cierto es que aún no puedo llegar a comprender, porque no soy madre, los malabarismos que tendréis que hacer para conseguir pasar tiempo con vuestros hijos y a la par sacar adelanta un proyectazo como el que tenéis.
Como tú dices, ya no se trata solo de los hijos, sino de la capacidad de disfrutar de la vida en general, sin estar pendiente 24 horas de lo que nace como una gran ilusión en forma de emprendimiento y se puede llegar a convertir en una scape room de la que no se sale nunca.
Admiro a las mujeres como tú que se atreven a dar pasos hacia delante, que se atreven a cuestionarse su realidad y que además se atreven a compartirlo para que otras podamos ver que desde dentro todo es posible.
Gracias compañera por enseñarme tanto desde el primer día que te conocí.
Un abrazo
Tania
¡Tania bonita!
Ya sabes que la admiración es mutua.
Con o sin hijos todavía son pocas las personas que se cuestionan cosas y toman acción en consecuencia, aunque cada vez más, afortunadamente.
Y sin ninguna duda tu eres una de ellas. ¡Gracias a ti por tu radiante energía! Al mundo le hace mucha falta.
Abrazo grande,
Kiki
Una decisión arriesgada y muy valiente ,tambien muy dificil de entender. Quien se aventura a dejar un buen trabajo para embarcarse en una empresa sin saber como va a salir???. Pues Si, a la vista está, teniendolo muy claro y confiando en una misma. Ademas es más lo que se gana que lo que dejas atrás. El tiempo que se emplea en la familia es el mejor empleado, sobre todo con los hijos y mas si son pequeños, Una madre en casa no tiene precio, pero una madre convencida de lo que hace, con alegria y entrega, no amargada y frustrada por quedarse en casa hecha una «maruja». (término horroroso creado por mujeres), que muchas veces somos nuestro peor enemiggo.
En fin, que tu decisión te de todas las alegrias que esperas y que te mereces. y junto a Bert tengais muchos éxitos en esta aventura tan aventurera. Os lo deseo de corazón.
VERA-CRUZ.
Hola VeraCruz,
qué razón tienes hija mía, pero una no se da cuenta hasta que no está de lleno en el fregao o a veces incluso, no se da cuenta nunca.
Y lo de maruja es un auténtico horror y precisamente por eso, por como nos machacamos y menospreciamos a nosotras mismas, entre nosotras.
Desde aquí mi admiración y agradecimiento máximo a todas esas madres en casa entregadas con alegría y convencimiento de su importantísima misión social.
Gracias por tu apoyo y un abrazo grandísimo,
Kiki