Algo había en esta palabra, cuando la escuchamos por primera vez, que nos resonó profundamente.

¡Rewilding!

Era como un perfecto resumen de lo que desde hace tiempo andábamos buscando: encontrar la armonía volviendo a integrar la naturaleza en nuestras vidas.

No teníamos ni idea de lo desconectados que estábamos hasta que entramos en contacto con las Primeras Naciones canadienses hará unos veinte años.

Durante aquellos viajes, nos cautivó comprobar cómo todavía existían seres humanos capaces de vivir en perfecta (o casi) armonía con la naturaleza, integrados perfectamente (o casi) en ella, capaces de abastecerse de sus recursos para vivir, sin explotar la tierra, con un ejemplar respeto por la vida y un profundo conocimiento del medio natural.

Y, aunque veníamos de lejos, del viejo continente y, encima, de sendas ciudades, queríamos aprender.

Deseábamos integrar esa sabiduría ancestral de alguna manera en nuestras vidas, aunque fuera viviendo en una urbe porque, inconscientemente, sabíamos que, de uno u otro modo, ese era el camino que resolvería gran parte de nuestros supuestos problemas.

Y, aunque el camino es largo y seguimos aprendiendo cada día, sí podemos afirmar que reintegrar la naturaleza en nuestra vida ha supuesto un antes y un después.

 

No somos seres imperfectos que hay que arreglar

En Occidente somos mayoría los que en alguna etapa de nuestra vida caemos en la trampa de creer cosas tales como que:

  • somos seres incompletos tanto a nivel físico, como emocional, mental y espiritual,
  • cuando hayamos consumido todos los productos que se anuncian alcanzaremos la felicidad,
  • nuestro cuerpo es miserablemente imperfecto y hay que arreglarlo con maquillaje, dietas, pastillas y operaciones,
  • nuestra vida no tendrá sentido sin el coche, la casa o el teléfono del anuncio, por poner un ejemplo,
  • ponernos la ropa que unos pocos han decidido nos hará sentir bien, aunque nos quede ridícula y esté hecha de materiales poco o nada respetuosos con la vida. 

Y podríamos seguir así y rellenar unas cuantas páginas más, mientras nos empeñamos en buscar fuera en vez de dentro, donde ya se encuentra toda la sabiduría innata que necesitamos.

Este grave error nos está llevando a la situación de autodestrucción que vivimos hoy en día.

Por eso, como ya hemos dicho en varias ocasiones, nos gusta pensar que rewilding es una nueva oportunidad para la raza humana.

La filosofía detrás de la palabra rewilding propone revisar el paradigma actual (la llamada “domesticación humana”) para ser conscientes de cómo condiciona nuestra vida a todos los niveles: físico, emocional y mental.

 

¿Qué es la domesticación humana?

En el paradigma actual la domesticación es la norma, que comienza desde el día mismo de nuestro nacimiento por nuestros padres y familiares domesticados y que se ha ido repitiendo de generación en generación de forma prácticamente automatizada.

Domesticación viene de la palabra domus, que en latín significa “casa”.

El hombre es nómada por naturaleza y tiene todas las capacidades para ser autónomo y autosuficiente, como lo ha demostrado durante los miles de años que ha vivido en la Tierra.

Pero un buen día decidió asentarse creando un entorno edificado y fragmentado y comenzó así su afán por acumular y dominar. Y, no solo a animales y plantas, sino también a otros seres humanos.

Ese proceso, que empezó hará unos 10.000 años y que dura hasta nuestros días, tiene un resultado claro: destrucción del medio natural, pérdida de vitalidad y libertad a cambio de una supuesta seguridad. 

 

¿Qué hemos logrado?

Al alejarnos de nuestro entorno natural y hacinarnos en ciudades hemos perdido por completo el sentido de pertenencia a la naturaleza.

Nos creemos algo separado de ella y nos conformamos con salir de vez en cuando al campo a “respirar”.

Estar tan alejados del medio natural provoca que vivamos ajenos a la masacre de la que está siendo víctima nuestro proveedor de recursos.

Estamos encantados apretando botoncitos que nos solucionan la vida pero, mientras, los recursos se agotan.

Sin embargo, seguimos actuando como si nada porque nuestro estilo de vida no se ve demasiado afectado (todavía).

De lo que sí somos conscientes la mayoría es del incremento de la insatisfacción a nivel personal, de las llamadas enfermedades occidentales, de la pobreza o de los conflictos entre razas y naciones.

Pero nada cambia porque seguimos buscando soluciones en el sitio equivocado.

Las soluciones están dentro de cada uno.

 

Nuestra esencia es salvaje

La domesticación humana nos hace vivir como autómatas y nos aleja de nuestra esencia.

Y nuestra esencia es salvaje.

Libremos a esta palabra de la connotación peyorativa porque, en realidad, salvaje tiene que ver con la alegría, la creatividad, la pasión, vivir la vida en plenitud, en armonía con el medio natural y con las personas que nos rodean.

 En cada uno de nosotros hay un alma salvaje que desea liberarse. Liberarse de las ataduras que nos hemos autoimpuesto, del condicionamiento social, de cumplir con las expectativas de otros, del conformismo.

Y, aunque la presión que lo dificulta a nuestro alrededor es alta (familiares, amigos, lugares de trabajo, medios de comunicación, consumismo), una vez que somos conscientes de lo que está pasando y damos nuestros primeros pasos en la dirección adecuada, entramos en sintonía con la vida y ya no hay marcha atrás.

 

Rewilding, al rescate de lo libre

Eso es precisamente rewilding, liberar nuestra alma salvaje, rescatar lo libre, encarnado en la naturaleza como bien dice Benigno Varillas, precursor del movimiento rewilding en España

El movimiento rewilding a nivel europeo empezó con el objetivo de reintroducir en su hábitat natural especies que antes vivían en él, como lobos u osos, pero que se habían erradicado por la acción humana y así reestablecer el equilibrio ecológico de los distintos ecosistemas.

Pero son cada vez más las voces que hablan del rewilding humano, de “reasilvestrar” al ser humano.

En nuestro país, el precedente ya fue sentado por Félix Rodríguez de la Fuente, quien consideraba, en palabras de nuevo de Benigno Varillas, que:

“No el actual hombre neolítico, sino el hombre paleolítico, es el hombre verdadero y hay que luchar por recuperar esa arquitectura mental que tuvimos hace 10 mil años y perdimos cuando empezamos a domesticar y a ser posesivos y violentos”.

 

¿Qué hemos logrado hasta la fecha aplicando este estilo de vida?

No te vamos a vender aquí que somos el ejemplo perfecto a seguir, ni que vivimos una vida idílica en plena naturaleza. También vivimos al lado de una ciudad y nos enfrentamos cada día a los mismos desafíos que tú.

Lo que sí hemos hecho es tomar conciencia, darnos cuenta de que hay otras formas de vivir pero,         sobre todo, actuar en consecuencia, experimentando y buscando, no la perfección sino la mejora continua.

Hoy un pasito y mañana, otro.

Esta cadena de pequeños pasos nos ha llevado a tener ya una parte del camino recorrido y a obtener los primeros resultados.

Entre otros muchos, aquí tienes algunos ejemplos de lo que hemos logrado hasta la fecha:

  • Vivir la naturaleza no solo saliendo de viaje a entornos idílicos sino en cualquier situación de la vida cotidiana.
  • Reconciliarnos, por fin, con la alimentación y con nuestro cuerpo, dejando atrás las dietas de una vez por todas.
  • Disfrutar del movimiento a diario en lugar de entenderlo como una obligación porque “hay que estar en forma”.
  • Dejar atrás la dependencia de gran cantidad de productos que creíamos tan necesarios (alimentación, cosmética, higiene, ropa, etc.).
  • Vivir mucho más en el presente disfrutando cada día de pequeñas cosas.
  • Mejorar de forma espectacular la salud en general, sin depender de medicamentos y comprender el sentido de la enfermedad cuando esta se manifiesta.
  • Reducir notablemente los niveles de estrés.
  • Despertar y cultivar una creatividad que ambos ignorábamos tener.
  • Incrementar los niveles de energía y vitalidad sin pastillitas mágicas, simplemente entendiendo cómo funcionan nuestro organismo y los ciclos de la naturaleza.
  • Comprender que la falta de satisfacción no viene de la falta de cosas materiales sino de la desconexión con nuestra propia naturaleza.

 

 Nuestro objetivo

Con nuestro blog queremos:

  • compartir contigo los pasos que vamos dando para liberar nuestra esencia salvaje
  • inspirarte para que tú también lo consigas
  • ofrecerte nuestra ayuda si la crees necesaria para avanzar más rápido mediante talleres y procesos de coaching y mentoring.

 

¿Qué herramientas utilizamos?

Para lograr el objetivo arriba mencionado, utilizamos varias herramientas, que son las categorías de este blog:

  1. Alimentación bioenergética y evolutiva
  2. Movimiento natural
  3. Técnicas ancestrales de vida en la naturaleza
  4. Mindset
  5. Autosuficiencia

¡Vamos con ellas!

 

#1. Alimentación bioenergética y evolutiva

 

Proponemos aprender a reconocer y entender la voz de nuestro cuerpo, que sabe de forma instintiva lo que necesita para funcionar de forma óptima.

Puedes lograrlo en tres pasos:

Paso 1: El primer paso en este sentido es reaprender a valorar y volver a reconocer los sabores naturales. Lo que juega a nuestro favor es que las papilas gustativas se regeneran cada 10 días aproximadamente por lo que reeducarlas es mucho más sencillo de lo que creemos.                  

En mi caso, por ejemplo, soy incapaz de comer cosas procesadas que antes me gustaban porque me parecen completamente artificiales.

De igual modo, tampoco tolero ya lo demasiado dulce o demasiado salado y mi paladar detecta a la primera una grasa de mala calidad, por ejemplo, la de la bollería industrial.

Paso 2: El segundo paso es entender que el alimento, tal cual nos lo ofrece la naturaleza, dispone de una energía vital imprescindible para nutrirnos.

Las plantas son capaces de almacenar energía en forma de biofotones. Cuanta más luz sean capaces de almacenar mayor es la calidad y aporte nutricional de ese alimento. Te explico los detalles en el artículo Por qué comer luz es importante.

Paso 3: Una vez que damos esos primeros pasos reaprenderemos a optimizar nuestras elecciones y nos decantaremos por los alimentos a los que genéticamente estamos más adaptados como especie.

Teniendo en cuenta que:

  • nuestra presencia en la Tierra es de 2,5 millones de años aproximadamente,
  • hasta hace “solo” 10.000 años hemos sido cazadores-recolectores
  • la genética cambia muuuuy lentamente (solo un 0,5% cada millón de años), por lo que nuestros genes son prácticamente los mismos que los del Homo sapiens,

es más que lógico pensar que nuestra genética está adaptada a la dieta de los cazadores recolectores y que, ni por asomo, le ha dado tiempo de adaptarse ni a la pobre dieta derivada de la agricultura intensiva ni mucho menos a la comida industrial.

Soy perfectamente consciente de que ya no es posible comer como lo hacían nuestros ancestros pero todavía podemos hacer muchas y mejores elecciones dietéticas.

De simple que es parece una perogrullada, pero es que es así: estamos adaptados a comer plantas (raíces, tubérculos, hojas, flores, semillas y frutos) y animales, lo más silvestres posible (o ecológicos) con un mínimo de procesamiento.

Otro aspecto importante en torno al tema de la nutrición es el siguiente: si consideramos una dieta sana aquella que nos permite vivir con un máximo de vitalidad y en ausencia de enfermedades y malformaciones, también lo es una dieta que nos permita tener una descendencia con las mismas características. La comida industrial está creando niños débiles y enfermos (diabetes, obesidad, caries, trastornos del comportamiento…).

El verdadero desafío reside en hacer ese clic mental que nos permita rechazar la comida industrial y decantarnos al máximo por la comida real.

 

#2. Movimiento natural

 

El cuerpo humano está diseñado para moverse pero, a medida que nuestra vida avanza, perdemos movilidad por el incremento del sedentarismo y la falta de actividad.

Nuestros ancestros eran fuertes y atléticos sin pisar un gimnasio o pasarse horas al día entrenando.

El movimiento era necesario para sobrevivir (cazar, recolectar, ponerse a salvo). Y, además, se realizaba al aire libre, con exposición prolongada a los elementos.

Hoy en día no hace falta moverse para sobrevivir y hemos inventado un estilo de vida que no requiere movimiento: máquinas que lo hacen todo por ti, medios de transporte, ascensores, escaleras mecánicas…

Sin embargo, el cuerpo necesita movimiento de todos modos y para satisfacer esa necesidad hemos creado unos espacios llamados gimnasios a los cuales vamos para movernos después de la sedentaria jornada laboral.

La pena es que los movimientos que en ellos se realizan poco tienen que ver con los del movimiento propio y natural del cuerpo humano, por no hablar de las sustancias tóxicas que por allí pululan y la falta de exposición a los elementos.

Vale, sí, mejor eso que nada, está claro, pero ¿no sería mucho más fácil empezar por favorecer el movimiento a diario, en cualquier ocasión que se presente?

Me explico.

Una cosa es hacer ejercicio y otra, simplemente, moverse.

No hace falta sudar la gota gorda ni llegar a casa con la lengua fuera para considerar que el movimiento realizado tenga un efecto beneficioso. Para activar el sistema linfático y circulatorio cualquier ocasión es buena.

Me refiero a que encontremos momentos para movernos a lo largo de todo el día y no desperdiciemos ni la mínima ocasión:

  • desplazarse andando o en bici,
  • subir las escaleras a pie,
  • no sentarte en sillas sino ir alternando suelo con estar de pie mientras trabajas, sentarse en el suelo hace que adoptemos muchas más posturas que hacerlo en una silla,
  • emplear los momentos de ocio en actividades en la naturaleza en lugar de perder tiempo de vida en tiendas o centros comerciales o detrás de una pantallita.

Y, además de esto, podemos incluir entrenamientos tipo:

  • correr poco pero con intensidad varias veces a la semana,
  • realizar ejercicios de fuerza con tu propio cuerpo (sentadillas, flexiones, dominadas…),
  • reaprender los movimientos característicos del cuerpo humano y volver a ponerlos en práctica, con cuidado, pero con la mayor frecuencia posible: caminar, correr, saltar, mantenerse en equilibrio, desplazarse a cuatro patas, trepar, levantar y llevar peso, lanzar y atrapar objetos o nadar.

Dominar este tipo de movimientos te permite ser eficiente y eficaz en diferentes circunstancias.

Saber moverte por un terreno difícil en el medio natural no se aprende en un gimnasio. Lo aprendes haciendo movimiento natural.

Y por último:

  • utilizar calzado minimalista y evitar el uso de zapatos siempre que sea posible. La mayoría de los zapatos que utilizamos atrofian los pies. Así que libéralos y siente las diferentes superficies bajo ellos. En este artículo te contamos más.

 

#3. Técnicas ancestrales de vida en la naturaleza

bushcraft familias

 

Saber dónde y cómo encontrar un refugio, agua, alimento y abrigo forma las bases de la supervivencia y la naturaleza nos provee de todo ello. Solo nos hace falta descubrir cómo.

Aunque pienses “para qué necesito yo todo eso, si solo con darle a un botón tengo la vida resuelta”, hemos de ser conscientes de que la pérdida de estas artes nos desconecta de nuestra verdadera esencia y oprime nuestra libertad.

Para recuperar nuestra naturaleza salvaje y sentirnos parte integral de ella es preciso reaprender o adquirir un mínimo de conocimiento de dichas técnicas.

Recuerdo la primera vez que:

me curé con una planta recién cosechada,

o que encendí mi primer fuego,

o que dormí en aquel refugio hecho con mis propias manos,

o que probé el intenso sabor de las plantas silvestres que acababa de recolectar,

o que dormí a la intemperie bajo un espectacular cielo estrellado,

o que bebí el agua que yo misma había encontrado y purificado,

o que creé mi primer “atrapasueños”,

o que comí aquella carne de alce que acababan de cazar,

o que supe distinguir la huella reciente de ese oso que pasaba por allí,

o que me bañé en el agua helada del lago a falta de ducha,

o que escuché el primer aullido de un lobo en plena noche.

Tras estas experiencias se agolparon en mí unas sensaciones muy difíciles de describir: armonía, paz, equilibrio, respeto, plenitud, gratitud, libertad, pero, sobre todo, pertenencia a algo mucho más inmenso que nuestra propia pequeñez.

Reaprendiendo todas estas técnicas que todos llevamos dentro, descubrirás que tienes capacidades que desconocías, te volverás más autónomo y recuperarás la confianza en ti.

Es una bonita forma de salir de tu zona de confort y de darte cuenta de lo que es verdaderamente esencial en la vida.

Por cierto, es otra forma estupenda a la par que efectiva de despegarnos nosotros y nuestros hijos de la dichosa tecnología 🙂 .

 

#4. Mindset

¿Por qué hemos incluido esta categoría en el blog?

Por una razón muy sencilla.

 Rewilding es una mentalidad que proviene del cambio interior.

Como hemos mencionado más arriba, nuestra esencia salvaje no es el miedo, ni la apatía, ni la enfermedad, sino todo lo contrario: la alegría, la creatividad, la pasión, vivir la vida en plenitud, en armonía con el medio natural y con las personas que nos rodean.

Para llegar ahí es preciso partir de la responsabilidad personal, es decir, cambiar nuestra mentalidad y actitud ante la vida, es imprescindible salir:

  • del automatismo,
  • del “porque siempre se ha hecho así”,
  • de echar la culpa al gobierno y al vecino,
  • del victimismo,
  • de la queja perpetua sin acción constructiva.

Esa es la única forma de mejorar el mundo.

Nadie puede salvar al planeta sin ocuparse de sí mismo primero.

 

#5. Autosuficiencia

kiki agua

 

No es que sea una herramienta propiamente dicha, pero hemos incorporado esta categoría porque es uno de nuestros sueños.

Autosuficiencia es libertad.

El ser humano ha sido libre y autosuficiente durante miles de años pero, como he dicho más arriba, un buen día decidimos cambiar libertad por seguridad.

Pusimos nuestra vida en manos del Estado, de las corporaciones, de los bancos, de los médicos, de las farmacias y de los supermercados y nos olvidamos de todo aquello que durante tantos años nos hizo libres.

Nos apetece mucho ir compartiendo contigo nuestros avances en este ámbito, por modestos que sean, e intercambiar opiniones con otros que transitan también ese camino.

En mi caso, cada pequeño pasito que he ido dando me causa profunda emoción:

–          hacerme un champú con la hiedra del bosque

–          comerme una ensalada con las hierbitas que acabo de coger

–          curar ese corte con resina

–          quitarme el dolor de cabeza con menta

–          ir a por agua al manantial

–          hacer un yogur, una mayonesa, un queso, una leche de avena 

–         todas aquellas cosas que dejé de comprar porque ya no me hacen falta o porque ahora soy capaz de hacerlas yo misma

–       ganar mis primeros euros de manera autónoma, para mí, por mi trabajo y por mi sueño en vez de trabajar para el sueño de otros

Y, si un día tengo que comprar alguna de estas cosas, pues no pasa nada, hay que fluir pero al menos sabes que no dependes estrictamente de lo que otros hayan decidido venderte.

Estos pasos pueden parecer minúsculos e irrisorios para gente que está mucho más avanzada en la materia, pero lo he dicho ya a lo largo del artículo y lo vuelvo a repetir: más vale la acción pequeña e imperfecta que quedarse de brazos cruzados mirando al infinito sin avanzar.

 

Rewilding y progreso

En ningún caso hablamos de volver a la caverna o a la selva, ni de abandonar la civilización para siempre ya que, como hemos dicho, rewilding es una mentalidad que proviene del cambio interior.

Combinar naturaleza, ciudad y progreso es del todo posible. Mira si no a todos esos animalillos salvajes que viven en los núcleos urbanos: ardillas, pájaros, martas, murciélagos y hasta zorros.

Aprendamos y pongamos en práctica, en la medida de lo posibe, lo que sí funcionó en las sociedades preagrícolas, en las que el hombre todavía era libre, en lugar de intentar solucionar todo con máquinas y medicamentos.

Cada uno es responsable de encontrar su justa medida y su propio equilibrio.

 

Conclusión

Se trata, en definitiva, de comprender, de volver a entender la naturaleza y de realizar un profundo ejercicio de autoconocimiento, sin juzgar ni culpar. Nadie es culpable de nada.

Pero, sobre todo, de que cada uno tome la responsabilidad que le corresponde y se transforme a sí mismo.

Solo desde ahí podremos mejorar el mundo.

 

Es tu turno

Conocer tu opinión es muy importante para nosotros, así que, por favor, ¡cuéntanos!

¿Crees que es posible y necesario reasilvestrar al ser humano? 

¿Has dado ya algún paso en esta dirección?

Compartir expericiencias y aprendizajes es vital para que, entre todos,  construyamos ese mundo que tanto anhelamos.

Gracias por aportar tu granito de arena.

¡Un abrazo muy grande!

firma kiki y bert

 

 

Foto principal: Dan Edwards para Unsplash

 

 

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Soy Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparto estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía vital a través del contacto consciente con la naturaleza. Te regalo mi guía “7 errores que te alejan de tu naturaleza salvaje y cómo solucionarlos”.

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