Olvidar cómo excavar la tierra y cuidar el suelo es olvidarnos de nosotros mismos. -Mahatma Gandhi
¿Puedes creer que existan personas que no sepan lo que es un tomate, piensen que un calamar es un aro redondo, crean que la leche con cacao viene de vacas marrones o estén convencidos de que el kétchup es una verdura?
Pues existen, ¡sí! Y son muchísimas más de las que creemos, cada vez más.
Hoy te quiero hablar de un tema que me preocupa mucho desde que tomé conciencia de él: la pérdida de contacto con el origen del alimento.
Creo que es un problema global de gran envergadura y del que todos somos corresponsables, por lo tanto, todos podemos hacer algo para solucionarlo.
Te expongo a continuación un pequeño análisis.
El origen del alimento
Gracias a la invasión de la comida industrial hemos perdido todo contacto con un aspecto tan crucial como es el origen de nuestro alimento, por eso es uno de los temas en los que hacemos más hincapié durante nuestros talleres de Rewilding Lifestyle Experience.
El origen de nuestro alimento es la vida, el gran misterio de la vida: una semilla que germina y se convierte en una hermosa planta con sus raíces, sus hojas, sus flores y sus frutos, que nace de la tierra por acción del aire, el agua y la luz, los cuatro elementos; o un animal cuya vida ha servido para alimentar la tuya.
El alimento no sale de bolsas de plástico, ni de supermercados, ni de fábricas, ni de laboratorios.
Pero, desgraciadamente, las nuevas generaciones, que observan el mundo desde las pantallas de sus incontables dispositivos electrónicos, que ya no entienden la naturaleza y viven aislados de ella en centros urbanos, empiezan a creer locuras de ese tipo.
Muchos de ellos ignoran que el alimento proviene de la vida misma y creen que somos los humanos los que lo fabricamos.
Esta creencia diluye nuestra relación con las especies que comemos.
Cuando sales a por plantas o cultivas la tierra, se produce una especie de vínculo con el medio que te rodea, con la vida que nos rodea. Cuando adquirimos la comida en una tienda pierdes esa primera conexión.
¿Quién planto la semilla? ¿Quién la cuido? ¿Quién la cosechó? ¿Cómo llegó hasta tu plato?
¿Quién sacrificó ese animal? ¿Quién y cómo lo preparó para que hoy esté en tu bandeja del supermercado?
Nuestra vida está intrínsecamente ligada a la red de la vida y de ecosistemas que dan lugar a nuestra comida. Obviar esto es olvidarte de ti mismo, como decía Gandhi.
Cuando ves la planta crecer y la cosechas, sientes una profunda gratitud por los bienes que la tierra generosamente te ofrece.
No me imagino a nadie en un supermercado maravillándose por la bandeja de zanahorias plastificadas que tiene entre sus manos.
Comida real vs. comida industrial ultraprocesada
El procesamiento industrial consiste básicamente en descomponer el alimento en componentes químicos básicos mediante procesos de laboratorio e industriales para luego recombinarlos y formar otro tipo de producto alimenticio.
La comida real es aquella que puedes distinguir en la naturaleza, con ningún o con un mínimo de procesamiento.
La comida empezó siendo cruda (tal y como se encuentra en el medio natural) y a lo largo del camino evolutivo empezó a procesarse con diferentes fines:
- para conservarla más tiempo
- para eliminar toxinas
- para destruir antinutrientes
- para hacerla más digestiva o más nutritiva
- incluso para hacer comestible lo que no lo es en estado crudo
- para facilitar su manipulación
- simplemente, para hacerla más apetecible.
En todos los casos me refiero al procesamiento tradicional de los alimentos a través de técnicas milenarias saludables que no dependían de máquinas industriales ni favorecían la pérdida de nutrientes, cosa que no ocurre con los productos ultraprocesados por la industria. Estas son algunas de las principales técnicas:
- moler
- cocinar
- remojar
- fermentar
- germinar
- secar
- ahumar
- cortar
- deshuesar
- trocear
Antes de que el procesamiento industrial invadiera nuestras vidas, todas estas técnicas formaban parte de la vida cotidiana, pero suponían un trabajo bastante costoso en tiempo y esfuerzo.
Tras la revolución industrial y entrando ya en el siglo XX los alimentos procesados empezaron a verse como artículos de lujo, ya que nos hicieron creer que nos liberaban de los rigores y la fatiga del procesamiento de los alimentos crudos. La comida procesada venía a representar riqueza y estatus.
Con el paso del tiempo los alimentos procesados pasaron a convertirse en alimentos industriales y la ciencia y tecnología de los alimentos fue reemplazando poco a poco las técnicas tradicionales y ancestrales de procesamiento del alimento.
Llegados a nuestros días, lejos de las promesas de liberación que nos vendieron, lo que ha ocurrido es que la industria nos ha hecho dependientes de todos estos productos.
Ya nadie sabe hacer nada, aparte de comprar.
Despertar es urgente
Quiero creer que en Europa la situación todavía no es tan preocupante (que lo es) como en Estados Unidos o Canadá, países en los que la desconexión de la comida real es verdaderamente alarmante.
De EEUU no puedo hablar con conocimiento de causa, me remito a la experiencia de viajeros amigos, pero te puedo asegurar que cada vez que he viajado a Canadá, encontrar comida real en un supermercado era una misión casi imposible.
Afortunadamente, se ha empezado a entender y a demostrar que este tipo de productos son nocivos para la salud, que son fuente de enfermedad y son deficientes a nivel nutricional.
El término “procesado” ha dejado de ser símbolo de progreso para convertirse en sinónimo de enfermedad.
El gran público vuelve a exigir alimentos naturales, frescos y orgánicos, pero la industria no va a darse por vencida, por eso debemos estar muy atentos y no dejarnos engatusar por los cantos de sirena, en forma de progreso e innovación tecnológicos, esta vez, tachín, tachín…: con apariencia de comida en tres dimensiones recién salida de la impresora.
¿Cómo has dicho?
Lo que oyes, la comida impresa ya no es ciencia ficción, sino una tristísima y exitosa realidad.
La simple idea me produce un intenso escalofrío.
Soluciones: cómo volver a reconectarnos con el origen de nuestro alimento
Mucha gente piensa que ya no hay marcha atrás y que el progreso es imparable.
En lo segundo estoy de acuerdo, pero podemos y debemos aprovechar lo bueno de la tecnología sin perder la cabeza, el respeto ni el conocimiento del saber ancestral.
En lo primero discrepo completamente: siempre se puede hacer algo mientras CREAS que es posible hacer algo.
Aquí te dejo algunos ejemplos para que puedas recuperar la conexión con el origen de tu alimento:
- Si tienes espacio, crea un jardín comestible. Este año hemos empezado el nuestro y no puedo describir la satisfacción y la emoción que te produce cosechar tu primera calabaza, desayunarte unas frambuesas recién cosechadas o el primer huevo de tus gallinas. Hasta en una terraza puedes cultivar tomates, lechugas y hierbas aromáticas y medicinales.
- Si no tienes espacio, vuelve a los mercados o compra directamente al agricultor. Cada vez hay más iniciativas que te permiten, incluso, comprar los productos por internet y que te los lleven a casa (huertalis, hermeneus, directodelcampo).
- Salir al campo a cosechar plantas comestibles y medicinales es otra opción. Esto requiere un conocimiento previo y algunas medidas de seguridad, pero es una actividad muy recomendable y relajante que te conecta de manera instantánea con el medio que te rodea.
- Vuelve a cocinar como lo hacía tu abuela. A mí no me gusta cocinar, pero cuando lo hago procuro que sea de manera tradicional con respeto máximo por el género. Desempolva las técnicas milenarias de procesamiento de alimentos y déjate envolver por los aromas y los sabores de la verdadera cocina.
- Germina semillas: esta opción es superpráctica y asequible cuando el espacio es reducido y no tienes terraza o balcón. Es muy bonito ver como surge la vida de la semillita y además, los germinados son bombas nutricionales ricos en enzimas, aminoácidos, minerales y clorofila, y están llenos de antioxidantes y son curativos. Son alimentos vivos con dosis elevadas de luz en forma de biofotones.
- Disfruta: no tiene ningún sentido que pensar en hacer todo lo mencionado antes te estrese y te agobie. Encuentra tu justa medida, lo que te va bien y te da satisfacción y ve progresando poco a poco.
Cuando llevas años tan alejado del origen del alimento, acciones tan simples como estas te reconectan en dos segundos con la fuerza de la naturaleza. Pruébales y dime qué has sentido.
Conclusión
Si hoy en día la desconexión con el origen de la comida, la vida, es tan preocupante, imagínate cuando la comida empiece a salir de impresoras cargadas con cartuchos de macronutrientes en polvo.
Es preciso que todos tomemos conciencia de la situación y, como siempre digo, que tomemos la responsabilidad que nos corresponde.
Si queremos que nuestro alimento siga siendo nuestra medicina, si queremos evitar seguir avanzando en nuestro viaje de autodestrucción y pasar a ser una especie enferma de por vida, que se alimenta de cosas fabricadas en vez de alimentarse de esa misma vida, es preciso que todos nos reconectemos con el origen de nuestro alimento y que tomemos la responsabilidad que nos corresponde.
Recuerda:
Cuando compramos, decidimos la sociedad que queremos, Christian Jacquiau.
Ahora es tu turno
¿Qué opinas de este asunto?
¿Te habías planteado alguna vez la desconexión del origen de nuestro alimento?
¿Habías oído hablar de la comida impresa?
¿Crees que podemos hacer algo para cambiar el rumbo?
¡Gracias por tus comentarios que son tan importantes para esta comunidad!
Un abrazo muy grande,
PD.: Ah! Y si el artículo te ha servido de algo, ¿por qué no me ayudas a compartirlo en redes sociales?Cuantos más seamos, ¡mejor será el mundo! GRACIAS
Crédito de fotos: 3D printing food nasa designboom01 en flickr
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Claro q podemos hacer algo para cambiar el rumbo: tomar conciencia y responsabilizarnos de nuestra propia salud.
Nos envenenan cada día, a la cara, sin pudor y no hacemos nada.
Tenemos la capacidad de decidir qué meternos a la boca y aunque al principio pueda costar algún esfuerzo volver a reconectarse con el medio los beneficios son exageradamente positivos.
Gracias Kiki por tanta conciencia y tanto valor!
Hola Tania,
exactamente, todo empieza siempre por uno mismo y en realidad es mucho mas fácil de lo que imaginamos.
Y gracias a ti por participar con tu aportación.
Un abrazo guapísima!
Kiki