Mientras observo con alegría cómo vamos recuperando el interés por las plantas medicinales, también observo con pena cómo nos encantan las plantas raras, exóticas y procedentes de la otra parte del mundo.
Yo también he estado ahí, no te creas: que si ashwagandha de la India, que si maca de Perú, que si goji de Nepal, etc.
Imagino que esto es debido nuestro carácter explorador y curioso (¿y a las modas?), pero a medida que voy recuperando la conexión con el medio natural, también adquiero más comprensión sobre la importancia de lo local.
Si confiamos en que la naturaleza SABE, en algún momento nos acaba invadiendo la certeza de que es capaz de ofrecernos las plantas que necesitamos en el entorno en que vivimos.
¿Qué pasa? ¿Que si no vivimos en el Amazonas no dispondremos de plantas potentes para cuidarnos?
Pues sí las tenemos. El problema es que ni las vemos, ni las reconocemos, y llegado el caso, no somos capaces de saber qué hacer con ellas.
Por ponerte un ejemplo, fíjate en la sencilla margarita (Bellis perennis), que aunque silvestre, se atreve a instalarse hasta en el césped más civilizado.
A todos nos alegra la vista su presencia llegada la primavera, pero poco más.
Curiosidades de la margarita
Te animo a observar que se trata de una plantita muy sensible a la luz. Su corola se abre con los primeros rayos del alba y se cierra al atardecer.
Sin embargo, si la observas con más atención, comprobarás que ante tiempo gris y lluvioso se queda cerrada. Nos ofrece un parte meteorológico de lo más fiable 🙂
¿Sabías que es comestible? Tanto las hojas como sus florecillas dan vida a las ensaladas primaverales y embellecen nuestros platos durante esta temporada.
Sus capullos sin abrir pueden conservarse en vinagre y comerse como si fueran alcaparras.
Aunque te parezca delicada, es capaz de soportar sin inmutarse temperaturas inferiores a los 10 grados bajo cero.
Si quieres más información botánica la encuentras por aquí.
Propiedades
Propiedades tiene muchas, pero hoy nos fijaremos solo en su carácter antiinflamatorio, regenerante y cicatrizante de la piel, que no es poca cosa.
Aunque para estos fines es menos conocida que su famosa prima la árnica (Arnica montana), tiene la capacidad, aunque en menor medida, de:
- activar la microcirculación y así ayudar en la cicatrización y estimular la cura de hematomas,
- reducir la inflamación en caso de esguinces, por ejemplo.
Podemos utilizarla en solitario o combinarla con otras plantas como la caléndula y el llantén.
Hay diferentes preparados posibles con margaritas, pero aquellos a base de aceite son los mejores para el cuidado de la piel.
Hoy vamos a hacer un sencillo bálsamo con tan solo tres ingredientes, verás qué fácil.
Bálsamo de margaritas
Te recomiendo que, si no estás acostumbrado a hacer tus propios remedios, empieces haciendo pequeñas cantidades.
Las recetas que encuentras por ahí suelen indicar, para mi gusto, demasiada cantidad de materia prima.
La experiencia me dice que no se suele utilizar todo y la mayor parte de tu preparado acaba en la basura. Y no se trata de eso ¿verdad?
Por ello, empieza con un botecito pequeño. Ya tendrás tiempo de hacer más cantidad si le coges el gustillo o si vas a hacer varios botecitos para regalar.
Ingredientes
- 50 ml de aceite de oliva*
- dos puñados de margaritas frescas** (solo la flor, sin tallo)
*Elige el mejor aceite de oliva posible, es decir, AOVE (aceite de oliva virgen extra de primera presión en frío, rico en polifenoles antioxidantes)
** Las maceraciones de plantas en aceite suelen hacerse con plantas secas para evitar que salga moho a causa del agua presente en plantas frescas. Como para todo, hay excepciones y con algunas precauciones se pueden emplear también flores frescas.
Procedimiento
- Recoger las flores un día seco y soleado para que estén bien secas de rocío.
- Ponerlas en un recipiente de cristal limpio que ya tengas (de mermelada…).
- Cubrirlas completamente con aceite de oliva.
- Tapar el bote con una tela y una goma, no con la tapa para que el agua de las flores pueda evaporarse.
- Dejar el bote en el poyete de una ventana tapado con una bolsa de papel como ves en el video, para que la luz no dañe el aceite.
- Macerar durante tres semanas.
- Remover con una cucharita de madera al menos una vez a la semana.
- Filtrar a través de una gasa exprimiendo bien las flores.
El aceite filtrado está listo para usar, pero se puede crear un bálsamo añadiendo cera de abeja.
En el video he utilizado un botecito de 30ml color ambar y 3 gr de cera que dejas derretir al baño maria.
Retirar el fuego y dejar enfriar.
¡Listo!
Este aceite o bálsamo se puede usar también para embellecer el escote y el busto gracias a sus efecto reafirmante.
No están nada mal los beneficios que nos aporta esta florecilla en apariencia tan insignificante ¿no crees?
Ahora te animo a que te dejes sorprender y cuidar por las plantas que te ofrece tu entorno (en cuanto salgamos de esta, que saldremos, ya te lo digo yo).
Me gustaría que me contaras si tienes alguna experiencia con las margaritas o si te vas a animar a hacer este bálsamo tan sencillo.
Entre tanto me despido de ti deseándote una ¡buena recolecta!
Abrazo,
Kiki
LAS PLANTAS MEDICINALES NO SON INOCUAS. DEBERÁS ABSTENERTE DE SU USO O CONSULTAR CON UN MÉDICO COMPETENTE SI PADECES ENFERMEDADES, TOMAS MEDICACIÓN, ESTÁS EMBARAZADA, ERES ALÉRGICO A DETERMINADAS SUSTANCIAS, EN CASO DE LACTANCIA Y DE NIÑOS MENORES DE 12 AÑOS.
ESTE ARTÍCULO NO DEBE CONSIDERARSE COMO EQUIVALENTE DE UNA CONSULTA MÉDICA PROFESIONAL. CONSULTA A TU MÉDICO DE CONFIANZA ANTE CUALQUIER DUDA RELACIONADA CON TU SALUD.
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