Danny, uno de mis mejores amigos de la infancia había engordado mucho, ¡demasiado!
Apenas nos veíamos últimamente, pero cada vez que coincidíamos, me causaba verdadero dolor verlo en este estado.
Danny había sido un tenista atlético durante años. Ahora apenas podía moverse.
Parecía no importarle demasiado de cara al exterior.
Hasta que un día empezamos a hablar y me planteó la posibilidad de que le entrenara para perder peso. Pero yo le “vendí” rewilding.
Quería que lograra mucho más que una simple pérdida de peso. Mi objetivo era guiarlo hacia un estado en el que se sintiera mucho más feliz, sano, fuerte y libre.
Gracias a su espíritu y mentalidad abiertos, y a estar dispuesto a abandonar su zona de comodidad por una temporada, lo consiguió todo:
- rewilding,
- pérdida de peso,
- menos grasa corporal
- mayor masa muscular
- más energía
- más confianza
Y yo, por mi parte, cumplí mi promesa: tomarme un sorbo de gin tonic para celebrarlo, aunque no hubiera probado una gota de alcohol en prácticamente toda mi vida. 🙂
Te dejo con las reflexiones de Danny sobre nuestras 12 semanas de trabajo codo con codo.
Estoy seguro de que van a inspirarte y animarte para que tú también te pongas en marcha.
Cómo empezó todo
A finales de septiembre de 2015, el equipo juvenil de mi club de tenis jugaba la final de interclubes categoría masculina.
A pesar de ser un partido fuera de casa, muchos padres y aficionados acompañaban al equipo de jóvenes.
Estaba sentado en el banquillo, “coacheando” a los muchachos hacia la victoria. Y yo ahí, como coach sabio y experimentado, pero con 130 kilos.
Apenas jugaba ya al tenis.
No es algo de lo que me sentiera orgulloso, pero de alguna forma se había convertido en parte de mi vida.
Por supuesto que en varias ocasiones tomé medidas, principalmente en mi mente, pero casi siempre sin éxito. Todo se vuelve mucho más complicado cuando llevas 130 kg encima.
Después del encuentro de interclubes de tenis, y a pesar de que por desgracia perdimos, se respiraba euforia y el champán fluía en abundancia.
Fue allí precisamente, en ese radiante día de verano, que comienza esta historia.
Algunos de mis compañeros de tenis acababan de volver de vacaciones en España. Estoy seguro de que el vino y la comida rica habían tenido una gran influencia y el grupo había decido afrontar un reto: subir el Mont Ventoux en bicicleta el próximo verano.
Aquella tarde intentaron convencerme. Un par de cervezas y el espléndido ambiente me hicieron sentir fuerte y confiado, así que, ni corto ni perezoso, me apunté al reto de conquistar el “gigante de la Provenza”.
Lo más sorprendente fue que, al día siguiente, no me arrepentía en absoluto de esta decisión. ¡Era una ocasión única de comenzar un cambio tan deseado como necesario para mí!
Por otra parte, subir el Ventoux con un peso de ese calibre parecía un suicidio.
Y para colmo, no tenía ni idea de montar bicicleta.
Dio la casualidad de que el novio de mi hija mayor vendía en aquel momento su bicicleta de repuesto.
Una semana más tarde estaba montando en esa bicicleta.
Objetivo: Mont Ventoux en bicicleta
Hace muchos años era un atleta, así que, en algún lugar oculto bajo esa capa de grasa todavía debía de haber algún tipo de cuerpo deportivo.
A finales de 2015 me sentía bien. Me había fijado un objetivo, estaba cubriendo los kilómetros necesarios y ni el mal tiempo me impidió montar. Cuidaba mi dieta y comía mucha pasta y casi nada de carne, como me habían aconsejado por ahí.
A principios de noviembre, ya había perdido 5 kg.
Durante uno de los entrenamientos pasé por delante de la casa de mi viejo amigo de juventud, Bert.
Hubo un tiempo en que salíamos a tomar una copa al menos una vez a la semana, pero en los últimos 10 años nos perdimos un poco de vista.
Gracias a Facebook Bert estaba al corriente de mis planes y actividades actuales.
Orgulloso de mi pérdida de peso y mi rendimiento en la bicicleta decidí hacerle una visita sorpresa.
Me felicitó por mis logros, pero al mismo tiempo me lanzó una mirada sospechosa. De inmediato me dio un sencillo consejo:
Danny, estoy muy emocionado de que hayas empezado a montar en bicicleta, hacer cualquier cosa es mejor que no hacer nada, pero sólo el ciclismo no es suficiente . Necesitas ganar masa muscular, fortalecer tu cuerpo entero y aprender a utilizarlo de manera eficaz y eficiente en diversas circunstancias. Con cardio y solo cardio, tocarás fondo tarde o temprano.
¡Zasca!
Su consejo me dejó perplejo. Pensé que era una idea extraña quemar grasa ganando músculo. Como mi enfoque estaba funcionando y no me veía ir a un gimnasio, continué obstinadamente mi propio camino.
Seguí haciendo ciclismo, y seis meses más tarde pesaba 15kg menos. Pero el verano, con sus con múltiples barbacoas y más cerveza de la cuenta, hizo que me quedara atrapado en 115 kg, tal y como Bert había predicho.
En agosto de 2016, la subida del Mont Ventoux tuvo éxito. Un año antes esto hubiera sido impensable, pero después de una larga euforia, llegó noviembre y la báscula me mostró la cruel realidad: 119kg.
Porque no todo en la vida es cardio
¿Y ahora qué? ¿Tenía razón Bert? Era obvio que estaba atascado. Decidí apuntarme a un gimnasio y trabajar el músculo, pero pronto me di cuenta de que no tenía ni idea de por dónde empezar.
Bert me ayudó y me enseñó algunas máquinas básicas sin demasiada convicción. Él era mucho más partidario de enseñarme ejercicios con peso corporal.
De vez en cuando coincidíamos en el gimnasio, y aunque no nos hubiéramos visto durante años, nuestra amistad seguía intacta.
Esto no comprometió la calidad de las sesiones. Entrenábamos duro y trataba de seguirle lo mejor que podía.
Mientras trabajábamos juntos, Bert me explicaba en detalle su nueva orientación profesional, entrenamientos, movimiento natural, alimentación evolutiva, life coaching, cursos, talleres, etc.
Mi voz interna me estaba hablando y después de una breve reflexión le pedí que se convirtiera en mi entrenador. ¡Por fin!
Había estado dudando porque no estaba muy seguro de que fuera a funcionar, si él sería lo suficientemente estricto o si nuestra amistad le haría demasiado tolerante y permisivo hacia mí.
Reconectando con mi naturaleza salvaje
El 9 de enero de este año comenzamos un programa de rewilding de 12 semanas, con el objetivo de perder peso a tope pero, sobre todo, tal y como Bert añadió explícitamente, con el fin último de reconectar con mi naturaleza salvaje.
Desde el primer día me introdujo en el mundo del rewilding. No de una manera intrusiva, sino hablando y contando historias mientras realizábamos diferentes ejercicios y movimientos naturales en el parque o en un bosque tranquilo. A veces incluso, hasta en el gimnasio.
Esta nueva forma de entrenar exigía gran flexibilidad mental de mi parte. La primera vez en el parque, me sentí muy incómodo, pero afortunadamente no pasaba mucha gente por allí. Hacer sentadillas con un tronco en el cuello hace que la gente te mire raro, cosa que a Bert parecía no importarle lo más mínimo.
A pesar de que mi cuerpo era aún muy lento, me las ingenié para hacer los ejercicos. En ese momento no lo sabía, pero me estaba introduciendo en el mundo del MovNat, una forma de moverse de manera natural que dio a conocer el francés Erwan Le Corre.
Al entrenar, dejábamos de ser «amigos». Bert me decía exactamente lo que tenía que hacer, y no había forma de rechazar un ejercicio en particular. En el gimnasio, al aire libre y hasta en su salón, el entrenamiento era siempre muy inventivo con muchas sorpresas y cosas nuevas. En el gimnasio, la mayoría de las «máquinas de fitness» son aburridas y previsibles.
Las primeras 4 semanas fueron bastante difíciles para mí. Mi entrenamiento ocupaba unas 10 horas a la semana, incluyendo un partido de dobles de tenis, pero el trabajo duro estaba empezando a dar sus frutos.
Todos los días Bert me preguntaba cómo me sentía. Utilizaba esta información para determinar, cambiar o adaptar el entrenamiento para el día siguiente. Y tengo que decir que ¡lo hizo increíblemente bien! Cambiar y adaptarme con aún más sorpresas me mantuvo fascinado y motivado durante las 12 semanas.
80% del éxito está en la cocina
Un día, conduciendo juntos a un bosque cercano para entrenar, tenía un refresco de cola en el coche que me pensaba beber antes del entrenamiento. Cuando captó la lata con sus ojos, sacudió la cabeza, pero no dijo una palabra. Nunca lo olvidaré, pero desde entonces no he vuelto a beber ni un solo refresco de cola. 🙂
Desde el principio me explicó en qué consistía una dieta más salvaje y adaptada al ser humano: carne y pescado de alta calidad, con un montón de verduras y ensaladas y un poco de fruta. Siendo carnívoro, me adapté fácilmente a esta forma de comer.
Llevaba un diario en el que anotaba lo que comía, lo que entrenaba, sueño, y mis sensaciones en general.
Las primeras semanas Bert no fue muy duro con la dieta. Supongo que quería que me adaptara al nuevo estilo de vida sin forzarlo. Pero pasadas las primeras 4 semanas, me animó a reducir realmente los carbohidratos de mala calidad (pasta, pan, harinas refinadas) para sustituirlos por boniatos y fruta.
A partir de entonces, continuó repitiéndome un mantra:
«comida natural», «comida inteligente» y «no dieta»
con el lema:
«20% entrenamiento, 80% alimentación».
¿Cómo que una semana de descanso?
La quinta semana fue extraña. ¡Había que descansar!
¿Una semana de descanso? ¿Justo ahora que estamos progresando tan bien?
Intenté discutirlo, pero estaba claro que lo decía en serio:
«Si quieres, puedes ir a dar un paseo a paso ligero por el bosque».
Así lo hice.
Y para mi sorpresa, incluso esa semana, perdí medio kilo más. Estaba claro que esa semana de descanso le había hecho bien a mi cuerpo.
Luego vino el siguiente paso…
Una herramienta a considerar: el ayuno intermitente
Bert me explicó el principio del ayuno intermitente y me propuso que lo probara:
Haz tu entrenamiento por la mañana temprano, omitiendo el desayuno. Tu cuerpo utilizará su reserva de azúcar convertido en grasa para obtener la energía necesaria.
Cena temprano para darle a su estómago un largo descanso entre la cena y la siguiente comida.
Me hizo falta un tiempo adaptarme, pero me las arreglé, y nunca dejé de hacerlo.
Las siguientes semanas, Bert continuó mezclando los entrenamientos. El clima mejoró considerablemente y entrenábamos casi siempre al aire libre. A menudo, no tenía idea de dónde me llevaba. Conocí lugares preciosos a lado de casa que sin él jamás hubiera descubierto.
Suficiente sueño y de calidad es clave
Un día, después de echar un vistazo a mi diario, Bert me urgió a dormir más sincronizándome con la naturaleza. El sueño es la clave para la recuperación. Pero para serte sincero, este ha sido mi punto débil durante el desafío de 12 semanas.
Meterme en la cama dos horas antes de lo habitual es algo que todavía no he logrado.
A medida que pasaban las semanas, Bert estaba encantado con los resultados (yo también), e incluso me convenció de que bajar de los 100 kg era posible.
La recta final
Acepté este nuevo desafío, pero no sin que Bert me prometiera que se bebería un Gin Tonic conmigo si lo lograba (debes saber que, a diferencia de mí, Bert jamás probó ningún tipo de alcohol cuando salíamos juntos hace ya tantos años).
Hubo dos actividades extra en las últimas semanas:
- Un trekking en las Ardenas belgas en compañía de algunos de mis amigos del Mont Ventoux. A pesar del tiempo horrible que nos hizo fue una gran experiencia. Nunca pensé que me gustaría tanto hacer senderismo. Fue un buen entrenamiento y muy divertido y animado con múltiples consejos y trucos de supervivencia a lo largo de la ruta.
- La segunda actividad fue el taller Rewilding Lifestyle, en casa de Bert y Kiki. Era un día muy soleado y sorprendente durante el cual nos introdujeron en el mundo del rewilding como un estilo de vida. Mi mujer Esther y yo disfrutamos como enanos. Desde aquí, Bert y Kiki, muchas gracias por lo que hicisteis por nosotros.
Próxima parada 99,3 kg, final de trayecto
Una carrera por el bosque fue nuestra manera de terminar el programa de 12 semanas.
Había sido inspirador, hermoso y exitoso. Me había vuelto más eficaz y eficiente, más fuerte, incluso más salvaje, y mi cuerpo había cambiado realmente. De vuelta a casa después de la carrera, el peso me decía que quedaban muy pocos gramos para lograr mi objetivo, ¡100 kg!
Como no quería perderme la oportunidad de tomar un gin tonic con Bert por nada en el mundo, me volví a poner las zapatillas de correr e hice otra carrera de 5 km.
¡Sí! ¡99.3 kg!
Misión cumplida.
Cuando empecé esta aventura lo único que quería era perder peso. Bert me había propuesto rewilding. Ahora ¡tengo ambos!
Asombroso entrenador. Rendimiento sorprendente. Increíble motivador. Increíble Bert.
Se lo recomiendo a TODO EL MUNDO.
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Gracias Danny por este sincero testimonio de perseverancia y superación personal que compartes con la que ahora también es tu tribu. Me quito el sombrero.
Y ahora dime:
¿Te gustaría transformar tu cuerpo y tu mente a través del rewilding?
¿ Qué es lo que más te ha gustado de este caso de éxito y de superación personal?
¡Pónte en contacto con nosotros a través de los comentarios! Nos encantará escuchar tus inquietudes.
Un abrazo grande,
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Una bonita historia de superación y AMISTAD, me ha gustado mucho y más, conociendo al personaje, . Eres un crac Bert, y el blog REWILDING DRUM también. Muchos éxitos KIKI-BERT. os admiro.
Hola PuriK,
muchas gracias por tu comentario y apoyo siempre incondicional.
Somos afortunados los que te tenemos «cerca».
Un abrazo muy grande,
Bert & Kiki
hola¡¡, me ha gustado mucho, es posible que enytreneis y ayudeis a mi hija de 16 años, esta metida ne su tristeza y gordura….hace años y no consigo sacarla de ahi….. Siento que algo asi tan personal podría guiarla y ayudarla…. Gracias, y enhorabuena, un saludo, MCarmem
Hola Mari Carmen,
claro que sí mujer, nos ponemos en contacto contigo por privado.
Un abrazo,
Bert
Menuda historia! Gente como vosotros ayuda a mejorar este mundo y esto es lo que necesitamos, mas amor para todos.
Abrazos y besos
Manu
Hola Manu,
gracias por tus palabras, la verdad es que no hay nada más bonito que poder guíar/acompañar/inspirar a otros para que consigan sus metas.
Somos capaces de tanto y nos conformamos con ser tan poco…
Un abrazo para ti!
Bert
Q grandes sois y q buena gente.
Gracias Kike!
Abrazos
Bert